A veces,por la vergüenza hemos dejado de hacer las cosas que queremos, por ese miedo que nos entra al pensar que dirán los demás,y de esa forma impidiéndonos hacer lo que realmente queremos es una pena que actuemos de esa forma e incluso lo hacemos con miedo, nos quedamos parados, inmóvil, sin hacer nada, tan solo contemplar como no disfrutamos de la cosa que se nos ocurre en ese momento,impedimos que nuestros impulsos salgan de lo más adentro de nosotros, que se reflejen.
Yo estoy entre esa gente porque también me ha pasado en varias ocasiones. Es triste el saber que quieres hacer algo y disfrutar de algo o alguien y no puedas por la vergüenza. La verdad hay tantos impulso que nos contenemos a lo largo de nuestras vidas.
Me pongo a pensar lo que hubiera pasado el no tener vergüenza en mi trayectoria de vida, las cosas que le podía haber dicho o hecho, sin prejuicio de la vergüenza, sin importarme lo que diga nadie, expresarme a esas personas, hacer lo que realmente me nace de dentro. A mucha gente la cual he querido o apreciado en mi vida, o lo que podía haber disfrutado con mis amigos, con mi familiares, con la gente que me rodea en general por haber crecido con una versión que hay que guardar la compostura delante de los demás y que nos a retenido hacer esas cosas.
El habernos expresado ha esa persona que nos gustaba, decirle a alguien que guapa/o te veo o el simple hecho de invitarla a tomar un café. En esta sociedad ven eso tan mal, no lo entiendo, es algo tan natural, ¿porqué lo impedimos? es algo tan sencillo y tan bonito.